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martes, 14 de febrero de 2012

La Balada de Luke y Leia

Él era un aventurero jóven, guapo y ario rubiales. Un campesino proveniente de un planeta desértico (nótese la sutil forma de Lucas de decirnos que es más tonto que el asa de un cubo) al que reclutan por la fuerza (guiño, guiño) en una guerra que no era la suya

Ella era una jovencita bastante mona, aunque con un gusto horrible al peinarse. Una princesa republicana (otra que es boba, Lucas es un genio incomprendido) que en el momento de conocer a Luke estaba retenida por la fuerza (me encanta ese chiste) por Darth Vader

Total, que como son dos jóvenes heterosexuales que comparten viajes en naves apretadas y están en la edad de estar más calientes que el palo de un churrero, pasa lo que tenía que pasar

Pero aquí es donde viene el giro sorpresa que arruina esta bonita historia de amor: descubren que son hermanos. ¡Joder! Que si te ligas una moza en las fiestas patronales del pueblo de al lado siempre existe el riesgo de que ella sea un desliz de juventud de tu padre en una escapadilla nocturna veinte años atrás, pero ¿te vas a tirar a una princesa galáctica de otro planeta, con lo ancho que es el puto espacio sideral, y resulta que es tu hermana? ¡Anda ya, no me jodas! ¡Tú lo que eres es un pupas muy grande!

Pues eso, que Luke quedó en shock y no se le conoce más hembra en toda la saga cinematográfica (en los libros sí, pero no cuentan porque Lucas se los pasará por el forro de la papada en cuanto necesite pelas otra vez y haga tres películas más). Por el contrario, Leia buscó rápido consuelo en otro miembro de la tripulación del Halcón Milenario

Y así es como acaba La Balada de Luke y Leia, nuestro post de San Calentín. Espero que no hayáis vomitado mucho

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